domingo, 7 de febrero de 2021

Argos Panoptes a mi puerta


¡Argos, qué alegría! Pensé que mi carcelero favorito me había olvidado, pero no. Sigues ahí, espía y confesor de mis cuidados. Hoy, no sé por qué, te busqué y me respondiste. Casi no lo creo. ¿Pero sabes qué? Algo ha cambiado. Ya no me crispas ni me atemorizas como antes. Me he acostumbrado tanto a tu vigilancia sigilosa, que casi ya no me siento un reo. Mi encierro se vuelve entusiasta, porque sé que permaneces ahí, atento, a la puerta de mi puerta. No es que el Do not cross se halla cancelado. Conozco bien mi estrecho cerco. Sólo los barrotes nos separan y enfatizan el estatus de celador e interno. No recuerdo ya en que brote sicótico te hallé ni en cuál volví a perderte. Sé que estoy lúcido: la risperidona y el clonazepam hacen lo suyo, y lo hacen bien. ¡Qué sería de mi sin mis medicamentos y sin ti! Así es que no, no es alucinación. Sigues ahí, siempre has estado. Y yo de rejego, siempre rehuyéndote. Pero no hoy. Antes pensaba que no sería fácil escapar. Hoy no sé si quiero hacerlo. ¿Síndrome de Estocolmo? No lo sé, pero además, tampoco importa. Sé que algún día, te lo advierto, Hermes te encontrará y te dará muerte. Entonces seré, por fin, completamente libre. Quizás, para recordarte, me compre un pavorreal.

martes, 2 de febrero de 2021

Aun así

¿Desanimado?
¿desmotivado?
¿desincentivado?
¿decaído?
¿endeble?
¿perdidos los móviles de acción?
Sí, aun así hay que seguir.
La esperanza no es una escultura exenta
sostenida en un zócalo de piedra inamovible.
Es un bajorrelieve adosado
al muro ondulante y sicodélico de la realidad.
Construirla, construirnos
desde la incertidumbre como única certeza.
De vez en cuando
250 mg de dimenhidrinato
para el mareo.
Tener presente que exceder la dosis
hace al veneno.

33 grados a la sombra

Casi las 14:00 horas. Alrededor del mediodía desperté. Un silencio que no dice nada. En la lengua nicotina y cafeína. En cuerpo y pi...