La relación entre dependencia y erotismo oral es
fundamental, y tiene su sustento biológico en el gran desvalimiento de los
mamíferos, especialmente del humano al momento del nacimiento, esto determina
un residuo de actitud pasivo-receptiva que perdura a lo largo de toda la vida.
Lewin consideraba que la voracidad del primitivo apetito
oral puede ser desplazado en múltiples direcciones, mirar, comer, leer, tener;
así los rasgos de carácter oral pueden encontrarse en situaciones antitéticas
como la volubilidad, la inquietud, y la prisa, por un lado y por otro lado la
tendencia al silencio obstinado.
Para Valls una parte del erotismo oral corresponde a la
pulsión de apoderamiento, cuya meta es la incorporación del objeto aunque ella
implique su destrucción, en términos de rasgos de carácter esta se puede
expresar por la necesidad de no poder compartir su pareja, la quiere para sí
como una posesión, como un territorio.
Otros rasgos de carácter pueden surgir a partir de
sublimaciones, donde los placeres parciales del erotismo oral serán eslabones
de la sexualidad adulta, siempre bajo el comando de la primacía genital. El
carácter de una persona ayuda a mantener la “normalidad”, es decir no es necesariamente
patológico, se tornará en una caracteriopatía si su funcionamiento deviene
rígido, con pocas variables para enfrentar las frustraciones de la realidad. La
constitución de una caracteriopatía puede resultar en la base de cualquier otro
cuadro patológico.
Durante el periodo oral, la meta pulsional es la devoración
del objeto, lo que va a ser tomado como modelo psíquico de la identificación
primaria, un funcionamiento rígido, masivo e invariable de esta condición
deviene en trastornos de orden psicótico. A diferencia de otras etapas que
pueden dejar una impronta clara en trastornos neuróticos y del carácter, es muy
difícil encontrar configuraciones caracterológicas orales libres de elementos
anales e histéricos. Esto debido a que los rasgos orales buscan expresiones en
un gran número de actividades eróticas del adulto, y por otra parte a que
muchos de los elementos orales que se hallan diferenciados ente sí, forma un
todo inseparable durante la fase desarrollo.
El carácter termina siendo la manera de ser de una persona,
el precipitado de su historia, sus eventos traumáticos, sus fijaciones, sus
vínculos, sus elecciones de objeto, sus mecanismos de defensa, en fin todo
vinculado con sus diversas identificaciones.
Es claro que estos pacientes presentan múltiples expresiones
ligadas a la oralidad, sin embargo considero que la mayoría de estos elementos,
desconfianza, pesimismo, asco, derivan de fijaciones por contrainvestidura, que
generan los diques normales del erotismo oral. Afirma Valls con respecto a esta
situación: “En grados patológicos es típico de los caracteres histéricos. En
los antecedentes de estas personas figura el vínculo materno siempre como algo
sumamente problemático, y la fijación oral está siempre a flor de piel”.
Las expresiones sintomáticas más evidentes de estos
pacientes, propias del erotismo oral, se presentan durante el transcurso del
análisis a partir del proceso regresivo inherente a psicoanalizarse. Los rasgos
orales de carácter anuncian sus fijaciones, así no sería extraño esperar en
ellos regresiones a niveles precoces del desarrollo psíquico, en donde apenas
se estarían fundando las bases del lenguaje, la comunicación se da través de
descargas afectivas que deben ser entendidas por la madre como llamados, solo
así es posible constituir algún tipo de vínculo con ellos.
Si consideramos los vestigios biológicos propios de la
dependencia de todos los seres humanos, podemos comprender con más claridad que
con alguna frecuencia cualquier adulto se encuentra en situaciones en que se ve
nuevamente tan desvalido como en la infancia, en esos momentos añora una protección
omnipotente y una comodidad tales como las que tuvo en la infancia, así
fácilmente regresa a la oralidad. Si bien en las circunstancias de regresión
oral el aparato psíquico funciona en la categoría del ser y no del tener, la
falta de reconocimiento del objeto es defensiva, no representa ésta una
característica esencial de la estructura mental.
Los vínculos afectivos de esta paciente se mueven entre la
dependencia y la independencia, atestiguando el par antitético propio del
conflicto oral, situación que indudablemente trasciende a la elección del
objeto sexual. El vínculo oral con la madre es fundamental para el destino de
la libido objetal, cuando se elije aparentemente en primera instancia el
objeto, así tenga características fálicas, esta ya es una reelección, no es un
objeto totalmente nuevo, es realmente un objeto al que se lo reencuentra.
En la actualidad, para un gran número de analistas,
estas neurosis graves, los estado psicosomáticos, los estados fronterizos, y
las psicosis, obedecen todas a una misma herida, la fijación oral.
Situación que aceptan sin preguntarse el porqué de destinos tan diferentes para
un único mal.
Frente a la obra de Freud los psicoanalistas se hallan en la
posición casi ineluctable de superarla, introducir en ella modificaciones, a
partir de un cúmulo de experiencias y reflexiones, pero el
psicoanálisis postfreudiano se despliega en tan diversas direcciones que
resulta difícil saber cual de esas versiones es realmente una progresión.
Bibliografía
REVISTA PSIMONART
Tomado de internet.