martes, 16 de junio de 2020

A golpes de aire


También con las palabras se hacen cárceles.
Ideas y conceptos tan etéreos y tan firmes,
catedrales de palabras que atan al dogma y al rito,
cielo, infierno, purgatorio, limbo, normas, leyes,
salvación y perdición, condicionado todo
a portarse bien según las escrituras
y la interpretación de sacerdotes y pastores
¿quiénes se salvan y quiénes lo deciden?
El inmenso edificio del partido
hecho de principios y estatutos
que han de ser respetados
o serás expulsado o fusilado
por no ser obediente, por no aceptar,
por cuestionar las reglas de pertenencia.
Familia, gran palabra en la que cada quien
se acomoda como puede;
a algunos les toca suelo
porque no alcanzaron ni sofá ni cama;
gran palabra que asfixia
con odios y dependencias
que algunos confunden con el amor,
que no conocen y, cuando se percatan,
se van entonces a vivir las calles y los parques,
a poblar esas regiones que de noche
son de nadie y a nadie pertenecen.
Patria, mapa fragmentado
en el que no encuentras tu sitio.
Quizás renunciar a tu religión,
tu partido, tu familia, tu patria,
tu equipo deportivo te deje desasido,
pero es el principio de un lenguaje nuevo,
las palabras nuevas que tendrás que inventar
para fabricar tu propia estancia, tan grande
o tan pequeña como tu léxico y tu propia cosmogonía;
no es el Nirvana todavía, pero es un camino.
No lo desperdicies. Avanza.

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