Y yo aquí, en el desierto, edificando con arenas una realidad alterna. Porque todo lo que tengo es desierto y desmesura. Y necesito algo más que este espejismo. Erijo ciudades y las pueblo de fuentes donde mis sedientas criaturas sacian su insaciable sed de arena seca mientras el viento las deshace, las desgasta y las devuelve sabiamente a las inconstantes dunas. Me escondo de mis creaciones efímeras, meras errancias en el tiempo, por si alguna de ellas me topara y, tomandome por Dios, me preguntara el porqué y el para qué de su sed de saber y su existencia. Y qué fracaso y qué vergüenza contestarle que, respecto a mí, formulo idénticas preguntas y no tengo respuestas para nadie. Y entonces sentiría compasión de ellas y culpa por haberlas creado. Por eso me escondo, por eso me oculto y me limito a mirarlas desde lejos. No puedo enmendar mi error, sólo puedo prometer no repetirlo. Y no sé si cumpliré. Entiendan ustedes: aquí la soledad es grande como la insolación y el frío. Como el desierto mismo, como mi corazón de arena.
jueves, 9 de abril de 2020
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