lunes, 17 de enero de 2022

Frío

 






Desde que tengo uso de razón y de memoria
soy de pies y manos frías.
Dormir en invierno es un martirio
y dormir solo es peor todavía.
No lo sé, pero quizás,
fue el tibio pecho de mi madre,
su abrazo siendo yo un bebé,
lo que me adiestró a no dormir,
a no rendirme al sueño,
después de amar,
sino junto a un cuerpo de mujer.
Puedo, con mis amigos, trabajar o alcoholizarme,
pero no dormir.
Dormir -lo que se dice “dormir”-
con otro hombre,
sólo en mi infancia y con mi hermano.
Éramos pobres y había para los dos sólo una cama.
Sea Judith o Scherezada,
ella o yo, por precaución,
debería velar toda la noche;
pero no importa su intención ni la mía,
cedemos a Morfeo confiados por entero
al dormir y a unos sueños que,
al día siguiente, no recordamos.
Circunstancias distintas
de historias distintas,
son solo nombres que olvidamos.
El frente frío 22 en 22 capas de frío me envuelve
y a mí sólo una sábana y una cobija me cobijan;
son suficientes.
“Se quedó frío”, “se quedó fría”,
solemos decir cuando alguien muere.
Pero yo no, todavía.
Sobreviví al frío de la noche.
Sólo es mi invierno y el invierno
que en mis manos y pies buscan,
quizás, una tibieza
que no encuentran.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

33 grados a la sombra

Casi las 14:00 horas. Alrededor del mediodía desperté. Un silencio que no dice nada. En la lengua nicotina y cafeína. En cuerpo y pi...