viernes, 4 de marzo de 2022

Un clavado a tu cerebro: descubre cómo tus neuronas actúan en el amor, la sexualidad, el estrés y las emociones


Neurofisiólogo Eduardo Calixto González

“Cuando estamos felices, contentos o tenemos un estado de plenitud emocional que nos hace reír, nuestras neuronas generan un estado neuroquímico que puede llegar a ser nocivo a corto plazo: entre más felices somos, nos hacemos tolerantes conductuales, creemos las mentiras que nos dicen, solemos discutir menos y disminuye nuestro juicio analítico".

7.- Felicidad y cerebro

LA RISA Y EL CEREBRO

Sonreír en sociedad disminuye la tensión, genera apego, fomenta la aceptación de individuos en grupos complejos, incrementa la atención y homogeneiza culturalmente. Reír dentro de un grupo de amigos es un código de aprobación, en la oficina disminuye la tensión, en la familia predispone a una mejor comunicación. Una secuencia de risas con la pareja puede ayudar a tener una mejor sesión de besos.

El cerebro humano tiende a ser feliz, lo promueve constantemente, aunque teniendo más elementos para ponerse a reflexionar o para estar triste, la naturaleza de nuestra corteza cerebral busca elementos para tranquilizarse y sentir que no todo está mal.

La risa en el cerebro humano como respuesta social aparece después del tercer mes de vida, para no desaparecer nunca. Un estudio de la Universidad de Ontario reporta que los adultos nos reímos en promedio 18 veces al día, los niños suelen reír de tres a cinco veces más. La fonética de la risa es universal, en todas las culturas se acepta el mismo lenguaje de una risa o una carcajada. Sonreír es una forma de convivencia.

Para reír son importante los contextos: social y psicológico (edad, idioma, origen social, expectativa del chiste y hasta horario, día, mes, etcétera.); por ejemplo, el humor de los estadounidenses suele ser ácido e irónico, en relación a los ingleses, ellos ríen más con la autocrítica, los mexicanos solemos reír de asociaciones absurdas y la utilización del doble sentido de las palabras.

Una broma se acompaña de una carcajada si solemos compartirla entre varios individuos del mismo grupo o edad. La broma o un chiste funciona más cuando la anunciamos, cuando hay expectativas de que viene un desenlace. El efecto de una risa se valora más por la noche y en los días cercanos al fin de semana o en vacaciones.

La importancia de un humor radica en el análisis, en la proyección y la burla de lo cotidiano, solo 11% de lo que nos reímos es por un concepto nuevo, en promedio el 70% de las bromas, de anécdotas o de chistes son una parodia a lo que realizamos todos los días Para reírnos utilizamos las regiones de nuestro cerebro inteligente, asociados a las regiones de la memoria.

 

¿Por qué nos reímos?

Hay diferentes teorías que explican por qué el cerebro humano se ríe, cada una de ellas o la combinación de las mismas están detrás de una broma y su consecuente sonrisa:

1.            La incongruencia manejada: si el cerebro cree encontrar algo divertido es porque el entorno y sus expectativas, ante lo nuevo, a lo congruente, le da un giro inesperado en su lógica.Un chiste o una broma son eficaces cuando el resultado de una decisión, o conducta es impredecible, incongruente y nos toma por sorpresa. Reímos más de contrastes de situaciones cotidianas y resoluciones imprevistas. Reímos de resultados absurdos.

2.            Sentirnos superiores: La risa derivada de una concepción repentina de alguna idea de nosotros mismos, en comparación con la debilidad del prójimo. En otras palabras, nos podemos reír mucho a costa de los demás, lo que se puede considerar problema porque esto puede considerarse no idóneo en algunas circunstancias.En este contexto, se ha planteado la Teoría de la agresión-benigna o tolerada del humor descrita por psicólogos de la Universidad de Colorado EUA, la cual explica que lo divertido como una buena broma debe de violar algún tipo de valor o concepto práctico cultural, anteponiendo una distancia psicológica segura donde el humor no sea hiriente, de serlo, sale del aura del humor para ser irrespetuoso. La secuencia debe ser maliciosa y estar acompañada de la complicidad de quien recibe la broma. Sarcasmos deliberados, racistas, sexistas, dirigidos sin el correspondiente permiso social de la persona aducida, pueden convertir la broma en una injuria, la risa en tensión y el proceso se acompaña de una inadecuada percepción de quien emite y quien recibe el mensaje.

3.            Sentirnos bien: el cerebro percibe la risa y el humor como una forma de liberación. La salida  inmediata  a una  tensión, buscando  intelectualizar  un problema o sacar la emoción tensa queriendo disminuir lo que nos molesta o reducir la preocupación. La risa, como catarsis dirigida a salir de una tensión, emula una caricia social.

 

Anatomía y neurofisiología de la risa

Por estudios de resonancia magnética, actualmente podemos reconstruir la ruta anatómica de la risa en el cerebro. Una broma inicialmente se detecta en el lóbulo parietal y después emigra para activar los lóbulos temporales, en especial del lado izquierdo.

Inmediatamente después de un chiste, el lado izquierdo (área de Wernicke) informa al hipocampo para expandir la comunicación a los ganglios basales y a la amígdala cerebral. Si la broma es buena, una vez valorada por el sistema límbico, el área tegmental ventral y el accumbens, se informa que es gratificante: se libera dopamina.

El giro del cíngulo evalúa la información y la ínsula aprecia la originalidad. La risa genera, además de la liberación de dopamina, un incremento de b-endorfina y de oxitocina, este estado neuroquímico cerebral puede llegar a ser adictivo por el placer que puede generar.

El hipotálamo traduce la sanación de la broma: la risa es placentera, tranquiliza y promueve una mejor salud; disminuye la liberación de cortisol; se incrementa la producción de anticuerpos (defensas de nuestro cuerpo) y fortalece la producción de interleucinas, es decir una activación del sistema inmunológico.

Una carcajada prolongada incrementa la oxigenación cerebral y corporal. Una risa induce la activación refleja de neuronas en espejo, fortaleciendo el principio de socialización. El chiste o la broma finalmente llegan al cerebro inteligente, se activa primordialmente al lóbulo frontal del cerebro, que se asocia con un mayor funcionamiento cognitivo.

La broma activa estructuras cerebrales en promedio en 300 milisegundos (la tercera parte de un segundo). El chiste está detectado, depende de la información previa (recuerdos), de la expectativa, del ambiente y del estado de relajamiento para obtener la liberación de neuroquímicos.

 

Ellas y ellos pueden entender diferente la broma

Un estudio de la Universidad de Washington otorga algunas evidencias en relación a diferencias en el entendimiento y la activación de las áreas cerebrales entre hombres y mujeres cuando reconocemos una broma y cómo nos reímos en consecuencia de ella. No obstante a que en ambos sexos los lóbulos temporales se activan igual, el cerebro de las mujeres puede poner más rápido atención, conceptualizan mejor la prosodia (entendimiento de la entonación de las palabras); la latencia de ellas a las bromas es menor y pueden analizar con mayor eficiencia el contenido del chiste; suelen exigir con más inteligencia la risa, activan con mayor eficiencia el sistema límbico y el sistema de recompensa. En contraste, en la mayoría de los varones, la risa se hace más común con estereotipos. Con menor exigencia y la simpleza de la broma sugiere de la misma forma una consecuente risa.

La risa es un ejemplo de inteligencia cerebral. Puede favorecer la salud corporal y mental. El contexto de reír se modifica en la vida. La mujer puede analizar una broma y detectar la ironía o lo hiriente de la broma con mayor eficiencia. El varón es más simple en su reacción, puede burlarse de su superioridad, pero los alcances de las bromas pueden ser catalogados con mayor frecuencia como desentonados.

 

EL CEREBRO FELIZ EN EL TRABAJO

El buen humor incide de forma directa en la comunicación entre compañeros, la cohesión de los empleados ante una adversidad, así como en su satisfacción personal; incrementa la productividad y fomenta la creatividad.

Es lógico plantear que las experiencias que llevan a la insatisfacción en el trabajo no coinciden con las que aportan felicidad y bienestar a los empleados.

¿Qué factores son los que alejan la felicidad del trabajo? LOS MÁS COMUNES SON TRES:

 

1.            La falta de comunicación con la supervisión y falta de liderazgo.

2.            Un salario poco competitivo.

3.            Condiciones de trabajo inapropiadas.

 

En general, cuando un trabajo es bueno para nuestra vida es porque nos sentimos felices en él. Ser felices en el trabajo se mide en dos aspectos fundamentales:

 

A)           Estar alegre a menudo, asociado con tener un propósito en la vida, y B) sentir que el trabajo ayuda a desarrollarnos económica, moral y socialmente.

B)           El cerebro procura evitar distinciones artificiales y de dudosa utilidad. Sin embargo, a largo plazo este proceso disminuye, ya no se reconoce con facilidad cuándo se pierden los objetivos laborales, éticos o en qué momento se dejó de estar a gusto en el trabajo.

 

Emociones que se contagian

En el lenguaje cotidiano solemos usar términos para ser cordiales y generar una sonrisa; nos hacemos empáticos. El contagio emocional se refiere al proceso mediante el cual interiorizamos emociones similares a las que observamos en otra persona, el cerebro lo hace todos los días, a través de asociaciones, recuerdos, neuronas en espejo y cambios neuroquímicos. El fenómeno se produce de diversas maneras. Por un lado, existe la tendencia humana a imitar las expresiones faciales, los movimientos y las posturas de aquellos con quienes se interactúa. Por otro, las personas pueden copiar aspectos como el lenguaje, el tono de voz e incluso experimentar el mismo estado afectivo. Es un proceso rápido y del que en ocasiones no somos plenamente conscientes. Un cerebro con adecuada salud mental se pone feliz en un ambiente feliz.

Las emociones positivas son un potente favorecedor de resultados positivos en los equipos de trabajo. Las actitudes y conductas negativas también se copian, pero tienen más reticencia y menor capacidad de aceptación. Generan críticas y son favorecedoras de división social.

La situación emocional que más poder de contagio tiene es el sentido del humor. Está comprobado que el uso del humor por parte de los trabajadores incide en la satisfacción, una mejor comunicación y cohesión de los equipos de trabajo. Del mismo modo, el humor es un potente amortiguador de las situaciones estresantes, condiciona una sensación de cooperación y solidaridad para resolver un problema.

 

¿Qué puede ayudar a mejorar la sensación de felicidad en el trabajo?

 

1.            Favorecer relaciones interpersonales positivas.

2.            Desarrollar control en actividades y autonomía.

3.            Contar con el apoyo y la consideración de los supervisores.

4.            Tener oportunidades de ocio y recuperación.

5.            Obtener reconocimiento de los logros obtenidos.

6.            Tener una carga de trabajo manejable y con objetivos definidos.

7.            Lograr un equilibrio entre la vida laboral y la personal.

8.            Ser proactivo en el ajuste al puesto de trabajo.

9.            Encargarse de tareas variadas y contar con oportunidades para el desarrollo.

10.          Utilizar el sentido del humor y expresar emociones positivas.

 

El cerebro trabaja mejor y es creativo en un ambiente de emociones positivas. La cordialidad se copia. En el trabajo es necesaria la retroalimentación de quien supervisa y de quien acota ideas. Una mejor actitud, evita un mal día laboral.

 

SER FELIZ HACE UN CEREBRO MENOS REFLEXIVO

 

Las emociones pueden cambiar nuestra percepción de la realidad social. Por ejemplo, estar contentos nos puede llevar a aceptar aspectos que otro estado de ánimo no lo permitiría, en especial, tolerar las mentiras. En forma directamente proporcional a un mayor estado de felicidad solemos aceptar lo más inverosímil o incluso podemos ser parte de procesos que después pueden generarnos molestia o arrepentimiento. Tener conductas cercanas a la felicidad contagia socialmente, disminuyen el estrés y la ansiedad. Ser feliz nos acerca a un mejor estado de salud mental y física pero tiene algunos efectos que no hay que perder de vista.

 

La región inteligente del cerebro: la corteza prefrontal

El cerebro lógico, congruente y objetivo está ubicado en la corteza prefrontal, la región que se encuentra en nuestra frente, por arriba de los ojos; es el sitio de los frenos e inteligencia de nuestra cotidianidad. Esta corteza prefrontal es la que nos ubica, otorga a nuestra vida la lógica, ya que ajusta con el tiempo plenamente lo real y ayuda a la toma inteligente de nuestras decisiones. La corteza prefrontal termina de madurar en las mujeres a los 21 años, en lo varones a los 26 años, esto explica en parte porque las mujeres llegan a la madurez intelectual a edades más tempranas comparándolo con los hombres. Este factor de madurez depende mucho de las hormonas femeninas,  en especial el 17-ϐ estradiol, cuyo efecto en el cerebro permite una mayor y mejor conexión entre neuronas.

Cuando estamos felices, contentos o tenemos un estado de plenitud emocional que nos hace reír, nuestras neuronas generan un estado neuroquímico que puede llegar a ser nocivo a corto plazo: entre más felices somos, nos hacemos tolerantes conductuales, creemos las mentiras que nos dicen, solemos discutir menos y disminuye nuestro juicio analítico.

 

La dopamina inhibe la corteza prefrontal y excita al sistema límbico

Un neurotransmisor llamado dopamina es el responsable de generar una actividad que el cerebro interpreta como felicidad. Ante estímulo positivo externo que detone una sonrisa, las neuronas liberan dopamina y éstas cambian la forma de actividad de comunicación neuronal en patrones de frecuencia eléctrica que el cerebro interpreta con conductas positivas: felicidad, ánimo y sentimientos llenos de júbilo. La felicidad tiene un inicio neuroquímico que permite una modificación fisiológica en varias regiones cerebrales. La dopamina genera inhibición en algunas estructuras neuronales y al mismo tiempo sobreactiva otros sitios del cerebro. Es decir, este neurotransmisor tiene una actividad dual: activa regiones del sistema límbico como los ganglios basales, la amígdala cerebral y el hipocampo, dando como resultado una emoción sublime asociada a atención, procesamiento de sensaciones que se quieren repetir, que nos hace irreflexivos al grado de que no cumplir lo deseado nos puede llevar a la ira o la violencia. En paralelo, la dopamina inhibe la corteza prefrontal: el cerebro se queda sin frenos, se hace ilógico, impulsivo, cometemos errores o tomamos decisiones intempestivas.

 

Felicidad y emociones positivas en la vida

El proceso de la felicidad del cerebro rápidamente se desensibiliza. En otras palabras, la felicidad es corta, transitoria, pierde su efecto en minutos, el cerebro por su anatomía y neuroquímica no está capacitado para tener felicidades largas o permanentes. Lo que inicialmente nos hizo felices debe repetirse con mayor intensidad para lograr nuevamente la sensación, de lo contrario perdemos interés en ello. Por ejemplo, un buen chiste la primera vez nos genera una carcajada, pero paulatinamente, seguir repitiéndolo o conocer su final, disminuye nuestra respuesta, de esa manera, queremos escuchar más bromas o chistes buscando sentirnos bien, como al inicio. Nos acordamos de las cosas bellas de la vida, las queremos volver a repetir, a veces sin darnos cuenta de que ya hemos cambiado.

Pero este efecto puede llevarnos a diferentes experiencias y debemos prepararnos para ello. Un ejemplo de este proceso a largo plazo es el enamoramiento. En su inicio, el enamoramiento es una proyección de nuestros más íntimos deseos en el otro, el enamorado comete procesos irreflexivos y pensamientos ilógicos, acepta y permite conductas, mentiras que comúnmente no toleraría, sin embargo, poco a poco esto va disminuyendo. Después de la fase pasional e intensa, la expresión inteligente de la corteza prefrontal se va manifiestando vemos con claridad lo que hemos hecho y poco a poco aceptamos nuestra realidad. En conclusión, la primera parte del enamoramiento depende en mucho de la liberación de dopamina por parte de nuestro cerebro.

En la vida cotidiana podemos caer en trampas que nuestro estado de ánimo, la dopamina y la corteza prefrontal nos ponen. ¿Cuántas veces hemos comprado algo que no necesitamos? ¿Cuántas veces hemos detectado mentiras que preferimos no discutir?

En el neuromarketing se sabe que cuando un vendedor hace agradable lo que vende, gana sonrisas, induce una buena relación con bromas o amplifica las características del comprador, el resultado es una venta exitosa. En contraparte, cuando el comprador o cliente, se encuentra molesto o triste, se hace más analítico del producto, razona más el mensaje y la información, ¡es más difícil que compre algo nuevo!

Entre más felices decimos que somos, nuestro cerebro detecta menos las mentiras. Un pequeño engaño puede ser tolerado, cuando el estado de ánimo se acompaña de emociones positivas. El proceso es el mismo, nuestra felicidad disminuye el juicio que, en contraste, molestos nos arrebataría un terrible enojo al  descubrir  una  trampa. Socialmente los cerebros suelen mentir a favor de ganancias inmediatas. Aceptar engaños nos puede posicionar en un mejor lugar, favorecer un ingreso o ser aceptado en un grupo. Sin embargo, esto puede generar molestias psicológicas en uno mismo, detonar en una autoreflexión negativa, porque la corteza prefrontal inicia el proceso de arrepentimiento. Sin embargo, en el momento que nos sentimos felices o interpretamos con agrado los resultados de aceptar la mentira, esto disminuye el estado de autoenfado y solemos tolerar. De esta manera, también el perdonar se hace más fácil cuando nuestro estado de ánimo se acompaña de sonrisas.

La filosofía griega indica que un objetivo esencial del hombre en este mundo es ser feliz. En este contexto, las Neurociencias proponen que ser feliz en la vida cotidiana es un proceso maravilloso cerebral transitorio que condiciona una disminución de nuestra inteligencia, para mejorar el papel social del hombre y que paradójicamente ayuda a capacitarlo.

 

FELICIDAD, ENOJO Y DESPERTAR TIENEN UN PUNTO EN COMÚN EN EL CEREBRO: LAS OREXINAS

Las orexinas (también llamadas hipocretinas) son hormonas proteicas que se sintetizan en el cerebro en las regiones que generan liberación de dopamina, el neurotransmisor de la felicidad. Por lo que también están relacionadas con las sensaciones de bienestar, de emociones positivas como sonreír y un buen estado de ánimo. Este proceso está relacionado con el horario de comer, dormir y adaptaciones al estrés. Las orexinas fisiológicamente están involucradas en diversos eventos cotidianos que van desde generar la sensación de tener hambre (junto con la insulina y leptinas regula la glucosa en la sangre), sensación de felicidad (emociones positivas), modular los ciclos sueño-vigilia (ritmos circádicos) y la termogénesis (generar calor en el cuerpo asociando su actividad a la hormona tiroidea), pero también de sentirnos enojados si no tomamos un alimento, no dormimos bien o estamos en tensión psicológica constante.

Un incremento de orexinas independientemente del horario nos hace tener hambre, que al comer, procesan felicidad y satisfacción. Las orexinas son responsables de despertarnos por la mañana. Al despertar, son las responsables de tener apetito, por ejemplo. Dormir disminuye las orexinas: de esta manera, si se quiere bajar de peso con un adecuado régimen dietético, dormir adecuadamente ayuda a recuperar la línea que se desea. Una noche de desvelo produce al día siguiente entre muchos eventos: somnolencia, enojo, mucha hambre y un incremento en las percepciones auditivas y sensoriales; sensaciones que se nos quitan al comer y al dormir. El estrés sostenido puede inducir hambre porque, entre muchas cosas, las orexinas se incrementan avisando que tenemos que comer más para mantener un aporte de glucosa al cerebro para mantener la atención.

Las regiones cerebrales involucradas en el proceso que generan la felicidad y el enojo son prácticamente las mismas en el sistema límbico: la amígdala cerebral, el núcleo accumbens, el área tegmental ventral, así como el hipotálamo y los ganglios basales asociados a la corteza prefrontal y al giro del cíngulo. Todas estas estructuras están en íntima relación con la dopamina y las orexinas, ya sea liberándolas o porque tienen receptores para estos neuroquímicos.

Una alteración en el hipotálamo puede inducir narcolepsia (incremento de sueño), cambios en el peso (obesidad), personalidad irritable, hasta epilepsias de difícil manejo. Dentro de las muchas posibles causas de esto, las orexinas están involucradas en el proceso de inicio y mantenimiento de los síntomas.

La sensación de felicidad ante buenas noticias, una adecuada relación social, una risa que dure minutos, incrementan los niveles de orexinas en nuestro cerebro. La disminución de estas hormonas se relaciona con depresión.

 Quedarse inmóvil ante un ataque de risa (semejante a la cataplejía) es semejante por momentos a la manifestación clínica de la narcolepsia. En ambos casos las orexinas están aumentadas en el hipotálamo y la corteza cerebral. Un aspecto semejante sucede cuando tenemos ataques de ira, las orexinas también se incrementan en el cerebro.

En las adicciones a cocaína, anfetaminas, alcohol, morfina y comida, las orexinas incrementan la necesidad de repetir las experiencias ya que fortalecen las conexiones neuronales en el sistema límbico y la corteza cerebral. Nuevos medicamentos que disminuyen la actividad de las orexinas pueden ayudar para dormir mejor, disminuir las adicciones o podrían utilizarse en el control de la obesidad.

Las orexinas incrementan también el apetito sexual y la motivación del orgasmo. Incrementan la liberación de dopamina e inhiben la de serotonina durante la motivación sexual.

En la frase: “del amor al odio hay un paso”, hoy podemos decir que en parte la anatomía y neurofisiología le otorgan un poco de verdad: la dopamina es liberada en forma muy rápida en el enojo, más lenta en el amor y muy poco o apenas perceptible en el hambre. Atrás de la liberación de dopamina que relacionan el enojo/ la felicidad/ y el hambre, están también las orexinas.

Finalmente, algunos alimentos ponen muy contento al cerebro humano, es el caso de ingerir líquidos con densidad semejante a la crema o la leche (helado, budín o yogurt); inducen sensaciones relacionadas con la felicidad, disminuyen la tristeza y relacionan la experiencia a recuerdos de la infancia. Comer poco a poco un helado  permite  una emoción de alegría, el cerebro libera dopamina y modula la conducta a partir de las orexinas. Por eso, cuando los bebés o niños lloran, suelen tranquilizarse con los alimentos dulces. En la etapa adulta, algunos recuerdos que nos deja la infancia nos tranquilizan: comer un helado nos relaja y nos puede ayudar a sentirnos felices.

 

PARA SER FELIZ: 4 EVENTOS FUNDAMENTALES QUE EL CEREBRO HACE

En la búsqueda para sentirnos mejor, a veces debemos iniciar después de un momento incomodo, o al terminar una discusión que nos ponga en una posición social difícil o después de una crisis de enojo y la necesidad de justica, activar áreas cerebrales que busquen la felicidad. Tal condición por demás contradictoria puede sacarnos de un proceso ansioso, melancólico o depresivo. Las áreas cerebrales que generan felicidad son las mismas que inducen tristeza, culpa, enojo, vergüenza y frustración.

 

1.            Cuando se está en la crisis emocional, el cerebro debe hacer y contestar un par de preguntas:

¿Cuál es la causa por la que me siento así (triste, enojado, incómodo)?

¿Me siento culpable o me siento avergonzado?

 

El orgullo, el enojo, la culpa y la vergüenza activan circuitos neuronales que nos hacen poner atención, generan conductas poco pensadas que buscan una recompensa inmediata, la cual si se obtiene genera felicidad.

¿Qué tienen en común llegar tarde a una cita sumamente importante por estar en el tráfico vehicular o haberte perdido? ¿Olvidar una promesa? ¿Que te cachen en medio de la intimidad en un sitio inapropiado? ¿Que te regañen frente de tus amigos o compañeros? Respuesta: la secuencia de activación del cerebro, la corteza prefrontal modula la activación de la amígdala cerebral (que origina la emoción), la ínsula que identifica dolor, odio y aversión, activando el núcleo accumbens que libera dopamina, y el que exige el final feliz de todas las historias de nuestra vida. Esta secuencia de funcionalidad anatómica la generan el orgullo, la culpa y la vergüenza, que están atrás de todos los procesos de querer ganar o disminuir dolor. Este proceso lo aprende el cerebro, por eso estas emociones tienen en el fondo un proceso de aprendizaje: buscar siempre una recompensa, una ganancia secundaria en la adversidad.

Preocuparnos (un proceso de activación de atención anticipada a muy corto plazo) también activa este sistema. Esto hace que el cerebro se sienta mejor cuando lo hace, disminuye su tensión y autofrustración. No es malo preocuparnos por periodos cortos; nos hace competitivos. El problema radica en que si nos preocupamos por más de 90 minutos por un problema, esto genera tensión que a su vez activa sistemas hormonales que pueden ser contraproducentes para el cerebro. Una preocupación es una activación constante de la corteza prefrontal tratando de dar lógica a la emoción que nace del sistema límbico.

Cuando decimos “lo siento”, sabemos agradecer, o reconocemos la falta, el cerebro libera dopamina y serotonina, generando también relajamiento, bienestar y sensación de certidumbre. El giro del cíngulo interpreta mejor la emoción y procura mantener una adecuada interpretación del entorno. La corteza prefrontal aprende a sentirse feliz con esto. Cualquier explicación nos dejará más tranquilos, aunque sea una mentira. Por eso a veces funciona la explicación si escuchamos lo que queremos escuchar por parte del ofensor.

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