lunes, 13 de abril de 2020

Me dicen...


...que nadie tiene mis huellas dactilares.
...nadie, el iris de mis ojos.
...nadie, las huellas de mis pies sobre la arena.
...nadie, el follaje del árbol dentro de mi cabeza.
...que el glifo de mi corazón es intraducible a ninguna lengua conocida, viva o muerta.
...que soy una singularidad, una rareza.
...una disidencia de todo y del todo.
...pero puesto que soy, también disiento de la nada.
...alguien incluso dudó que fuera humano.
...otro añadió que pudiera no pertenecer a este planeta.
...en una palabra: que no tengo semejantes, que estoy absolutamente solo.
Dicho lo dicho no pude contenerme: me solté a llorar desconsoladamente.
Eso los desconcertó: me parecía tanto a los demás cuando lloraba...
Pero no fue suficiente. Me pidieron amablemente que me fuera.
Que desapareciera de sus vidas.
Ya he dejado de llorar. Sólo me queda la tristeza.
Busco un refugio.
Estoy pensando en un desierto, una isla, una caverna...

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