miércoles, 16 de septiembre de 2020

Exonerados

 


…Y no es mi culpa, ni tuya, ni de nadie.

Si alguien se frota la nariz o se cierra  una puerta.

Si sale el sol con cubrebocas o exultando furia.

Las losas reventadas del malecón…

Los locales eventrados…

Destechados, con las palapas por los suelos…

Los bares cerrados o quebrados…

Los restaurantes vacíos…

Los edificios desahuciados…

Las iglesias condenadas…

Las feligresías dispersadas…

La fe tambaleante…

Las calles silenciosas y desiertas…

Las cortinas bajadas…

Los muertos de todos los días…

Los trabajadores en paro, los despidos…

La fecha incierta del regreso…

No somos Edipo ni nuestra ciudad es Tebas.

No matamos a nuestros padres ni nos acostamos con nuestras madres.

No trajimos nosotros la peste a la ciudad.

No hay culpables de ésto que nos pasa.

La pandemia no es el castigo de un pecado…

Es un virus ciego que oscila entre lo inerte y lo animado…

Una broma de natura, como los terremotos o los huracanes…

Nuestro encierro no es castigo ni es eterno.

Toma tus pastillas y duerme sin contrición.

Créelo: la ciencia busca una cura, no un culpable…

En este asunto la Fiscalía General de la Nación no tiene parte.

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