jueves, 27 de enero de 2022

El pasado (casi) siempre presente

Cuando se alcanza cierta edad, los 60 por ejemplo, y lo hemos vivido casi todo, cuando percibimos un paisaje, una canción, un tacto, un sabor, un olor, la sensación actual es, casi siempre, interrumpida por algún recuerdo asociado a una percepción similar de algo ya experimentado anteriormente, todo se vuelve una especie de deja vu, consciente o inconscientemente. Pero rara vez nos percatamos de ello. Sea de signo positivo o negativo, ese recuerdo, ese momento vivido sustituye y anula el “aquí y ahora”. El presente se obstruye, se distorsiona, se vicia con la memoria del pasado que se vuelve contra nosotros, ausentándonos, lamentablemente, del momento actual. ¿Por qué ocurre esto? No lo sabemos a ciencia cierta, pero pudiera ser que, o bien idealizamos y falseamos el pasado o la vejez imposibilita fisiológicamente al cerebro para crear y almacenar memorias nuevas. Estamos, quizás, tan limitados por nuestros sentidos que en él no caben ya las sensaciones y experiencias nuevas. Hemos dejado de vivir y, en su lugar, recordamos. Lamentable, pero la vejez suele ser muchas veces tan sólo una proyección imprecisa, borrosa del pasado, usurpando la siempre novedosa realidad cambiante del presente, que cuenta con la ventaja de la nitidez del espectáculo en vivo. O, al menos, en estos tiempos de pandemia, con la calidad de reproducción de una pantalla Onyx Cinema LED, en formato de resolución Full 4K. Y no es que el pasado no deba convivir con el presente; puede hacerlo, a condición de que haya en lo emocional, lo psíquico, lo tecnológico, una mejora.

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