sábado, 5 de febrero de 2022

Estaciones

Y febrero está en febrero,

donde debe estar, en el invierno.

Lejos de las fiebres de mayo y junio.

Todo está como debiera.

Coletazos fríos con norte,

pronóstico de lluvias,

que tendrán lugar o no.

Pero febrero está en febrero

y no hay queja por ello.

Sólo hay que cubrirse más

cuando se es viejo;

que los jóvenes,

aunque bien cubiertos,

conservan, naturalmente,

la tibieza de sus cuerpos.

Sea la taza de vidrio o metal

ellos la entibian con su sólo tacto,

sin mediación de guantes.

Que casi todo, o todo, está como debiera,

aún si yo no lo comprendo.

Ni queja ni alabanza:

naturalidad, naturaleza.

Vestirse y desvestirse.

Así nosotros como los árboles.

Ellos deshojados, secos,

y, nosotros, vestidos

y arrebujados.

Té o café caliente

en el buró, escuchando música

o leyendo, es decir, explorando

los climas interiores y exteriores

de nuestros semejantes de otras partes.

Antes y ahora.

Que del mañana, con certeza, no sabemos.

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