martes, 8 de febrero de 2022

Guaya

Escapas de la forma, huyes de la simetría que encorseta; tu tronco no se ciñe a lo cilíndrico, tus ramificaciones escapan a la regularidad. Y las bifurcaciones de éstas, además de múltiples, ocurren siempre en puntos diferentes de las otras: más arriba o más abajo, antes o después. Ahora, en invierno, la fronda inferior no se corresponde con la calvicie de tu ramaje cúspide. Hojas secas por entero, hojas medio secas, hojas secas en su tercera parte, y así, algunas apenas carcomidas, diferenciadas de las ausentes, de las ya caídas, vueltas humus. Eres tan distinta de lo humano que sólo en la simetría ve belleza, porque él mismo no es un simétrico perfecto. Yo no lo soy y estoy consciente. Por eso, esperaré a la primavera y al verano para verte plena e informe, repartiendo tu sombra generosa y desparramada frente al portal de esta casa que es casi un rectángulo exacto, y sobre mi cuerpo, dos medios espejos desfasados. No sé por qué te rebelas a la simetría, optando por lo informe. Eres sólo otra faceta de la vida que no entiendo. Más parentesco tienes con las nubes, el desorden de este texto, que, por ejemplo, con los pinos. Guaya, tantos años, tanta altura y tampoco has dado frutos. Adivino en ti una radical protesta -frustrada- contra la geometría: aún lo informe es una forma indescripta de la forma. ¿Qué piensas tú de mí, guaya? Sí, azotados ambos por el frío viento del norte, escucho tu rumor, pero ¡qué pena!, no lo entiendo.

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