Incógnito: Las vidas secretas del cerebro
David Eagleman
«Cuando tenía trece años, oía la voz de Dios, que me decía
cómo tenía que obrar. La primera vez me quedé aterrada. La voz me llegó a eso
del mediodía: era verano, y estaba en el jardín de mi padre.» Posteriormente
afirmó: «Puesto que Dios me ha ordenado que vaya, debo ir. Y puesto que Dios me
lo ha ordenado, aunque hubiera tenido cien padres y cien madres, y hubiera sido
la hija de un rey, habría ido.» Aunque es imposible diagnosticar con certeza de
manera retrospectiva, sus palabras, el aumento de su religiosidad y las voces
que oía son síntomas coherentes con la epilepsia del lóbulo temporal. Cuando surge
actividad cerebral en el sitio adecuado, la gente oye voces. Si el médico
receta una medicación antiepiléptica, los ataques desaparecen y las voces dejan
de oírse. Nuestra realidad depende de nuestra biología.
Nota de pie de página
Véase Trimble y Freeman, «An investigation», para
estudios de la religiosidad en pacientes con epilepsia del lóbulo temporal, y
Devinsky y Lai, «Spirituality», para una visión general de la epilepsia y la
religiosidad. Véase d’Orsi y Tinuper, «“I heard voices”», para la opinión de
que la epilepsia de Juana de Arco era de un tipo descubierto hace poco: la
epilepsia parcial idiopática con rasgos auditivos. Véase Freemon, «A
differential diagnosis», para un diagnóstico histórico de Mahoma en el que concluye:
«Aunque es imposible un diagnóstico terminante a partir del conocimiento
existente, los ataques parciales complejos o psicomotores de epilepsia de
lóbulo temporal serían el diagnóstico más defendible.»
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