miércoles, 6 de abril de 2022

Sintomatología

 

No corregir este texto es sólo un síntoma. Los otros son los otros. Tres, cuatro, cinco días sin bañarme; los mismos que no me rasuro ni me cepillo los dientes. Hacer sin hambre las comidas. La primera del día a las cuatro de la tarde, o, mejor, a las cinco o a las seis. Cena ligera a eso de las once y nada más. Tomar pastillas para el sueño o no llega el bien dormir. Haber perdido, porque intentaron evangelizarme, a los dos únicos que creía mis amigos pero que no lo eran. Sólo buscaban reclutarme para que sancionara sus debrayes religiosos. Vestirme de riguroso blanco y negro cuando obligado, y sólo obligado, salgo a la calle. Empezar los libros y no terminarlos. Escuchar una y otra vez las composiciones musicales, sin la crispante voz humana, de Chopin. Postergar, porque me falta fuerza, vigor, ánimo, la visita con un loquero que me dirá, en una palabra, lo que ya sé que tengo: depresión mayor. Nada nuevo. Sólo el acumulado experiencial que va desde mi infancia hasta mi jubilación. Vivir cada día me ha costado una pequeña muerte y veo, en esta, una esperanza, una cura, la respuesta definitiva a mi queja eterna con la vida. Fluoexetina quizás me recomiende, esto es, una ataraxia inducida. Que ya nada me importe, como no me importa, pero de otro modo. Una prótesis para mi psique. Algo leo sobre ella. En ciertos casos, niños, jóvenes y adultos desarrollan o acendran sus tendencias suicidas. Quizá ese sea el empujón que necesito. Sólo eso me impulsa. Me levanto de la cama, apago la música, me baño, me rasuro, me visto, salgo, abordo el taxi que me llevará al consultorio del psiquiatra que, confiado, extenderá la receta para el medicamento que me dará el valor. Y él nada sabe. Sólo que será una única visita. Lo sabrá después, quizás, si oye las noticias o lee la nota roja de los diarios. No sabrá cómo sentirse culpable si fue sólo una sesión, una consulta. ¿Cómo podría saber que yo sabía lo que él sabe? No que excedería la dosis, no, ni que visitaría a otro psiquiatra para surtir las dos recetas. No, no eso, eso no lo sabría. Yo hablo de los efectos secundarios. Que no sé por qué, en este caso, los llaman así, siendo tan principales.

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