domingo, 18 de julio de 2021

Esperando turno

 









No tienes, ni tendrás, comprendidas, todas las variables.
Como los demás, eres un topo ciego limitado a tu mezquina red de túneles.
Eres una lamentable limitación, lo sabes,
pero convenientemente olvidas que más que conocer ignoras.
Presides el estrado pero no eres buen juez;
y cuando sentencias corrompes la verdad y la palabra.
Te frena, al condenar, un atisbo de conciencia. No la suficiente.
Das tu veredicto y, ciego a la justicia, casi casi lo festinas.
Seguro de tu juicio, no renuncias.
Como a todos, se te advirtió que no juzgaras. Pero no entendiste.
Ya que el sistema lo exige, te hiciste magistrado.
Una forma, como cualquier otra, de ganarse la vida.
Pero tu tribunal también es otra celda de hierro al rojo vivo,
idéntica a la de tus víctimas. Por eso cierras los ojos
y confundes tu soberbia con amianto.
No eres una salamandra sino una cuija.
Arderás, con tus cofrades, en el  infierno que para los otros inventaste.
Tus demonios te pondrán en los zapatos de tus procesados.
Sólo entonces comprenderás que, también tú, te precipitaste.
Pero ahí está tu firma. No podrás evadir tu propio infierno.
Y serás condenado al mismo ostracismo al que nos condenaste.
Tú que hablas de amor, verdad, razón, justicia, te lo digo: no comprendiste.
Se acabaron para ti el reconocimiento y los aplausos.  
Que no hay otros haberes que quitarte.
Tampoco para ti hay indulto ni atenuantes.
Ya estás, como nosotros, en el corredor de la muerte.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

33 grados a la sombra

Casi las 14:00 horas. Alrededor del mediodía desperté. Un silencio que no dice nada. En la lengua nicotina y cafeína. En cuerpo y pi...