sábado, 30 de abril de 2022

El grito

Escuchaba a Yiruma al piano; el resto era de un silencio y una paz inéditas a esas horas de la mañana. El grito -quizás agónico, aterrorizado- llegó y se fue súbitamente. Supo instintivamente que no era de hoy, ni de ayer ni de anteayer. Lo intuyó muy viejo, quizás demasiado. Era un grito errante que sobrevivió a su dueño, pudriéndose ya quizás a estas horas en la tumba o en la fosa común. Dedujo, en principio, una muerte violenta e igualmente inesperada, sorpresiva. A diferencia de una bala o un misil, no pudo calcular su trayectoria. No sabía de donde provenía pero sí que había venido a “dar su aviso” a su habitación. Era un “no puedo más”, una crispada solicitud de auxilio. ¿Lo escucharía antes alguien más? Supuso que sí. Creyó un error que llegara a él, ya que no podía ¿o sí?, a estas alturas, hacer algo por su dueño. No en vano era investigador privado. Quizás ese grito buscara la atención de un procurador de justicia y sea esa búsqueda su razón de ser. Como todo grito, ese grito era un golpe de aire. Pero no identificó el olor a salitre de su playa, así es que probablemente venía de otros mares, ¿qué tan lejanos? Además del olor a mar, el golpe de aire trajo otro olor que identificó inmediatamente: cordero. Pero ciertamente no era barbacoa. Así que comenzó su investigación en Google. Platillos nacionales con cordero y grito. Su búsqueda en el ciberespacio concluyó en Noruega, o más propiamente, en Oslo, capital del país escandinavo. Leyó en el internet, textual: “El fårikål es un estofado noruego de cordero con repollo popular en los fríos meses de otoño e invierno. Es típico preparar el primero cuando comienza el otoño y se da inicio a la matanza del cordero. Es una especie de plato nacional siendo su día el último martes de septiembre”. De El grito, cuadro de atormentado pintor Eduard Munch, se encontró las mismísimas palabras del autor de la pintura: “Caminé una noche en una carretera. Estaba cansado y enfermo. Me quedé mirando al otro lado del fiordo, el sol se estaba poniendo, las nubes estaban teñidas de rojo -como sangre-. Sentí como si un grito atravesara la naturaleza -creí oír un grito-. Pinté este cuadro, pinté las nubes como sangre real. Los colores estaban gritando”.

El cuadro de Munch, del año de 1893, tenía ya casi 125 años de antigüedad. Se encontraba expuesto en la Galería Nacional de Noruega. Uno de cuatro, el principal; los otros tres sólo eran ecos. Es tan raro que un grito sobreviva tanto tiempo entre las volutas de aire, cruzando océanos y tormentas, a cuál más furiosa. La diferencia entre él y el resto del mundo es que el realmente “oyó” el grito, mientras que especialistas y turistas, sinestésicamente, lo “veían” y sólo podían imaginarlo.

En alguna parte había leído que escribir era traumatizar a la realidad. Quizás pintar, esculpir, hacer música, cine o cualquier forma de arte fueran lo mismo.

El investigador creyó comprender entonces cuál era su misión, de carácter ineludible, y que cumplirla lo llevaría a la cárcel por el resto de sus días. Viajó a Noruega. Se aprovisionó de lo necesario en el comercio local. Cierta información recabada en Oslo le aclaró el día y la hora en que la Galería Nacional estaba menos concurrida. No viene a cuento contar más detalles. Como de qué manera logró elaborar el explosivo e introducirlo al edificio, como rompió el vidrio irrompible que protegía la obra, cómo fijó el explosivo a la pintura que se volatizó cuando se produjo el estallido. Después de todo era investigador privado y tenía sus recursos.

La Policía del país escandinavo lo tomó por loco cuando afirmó que él no escuchó el estruendo de la explosión, sino un suspiro de alivio, la exhalación última de un moribundo cuando ejecutó su misión. Que no mostrara arrepentimiento por su acto destructor agravó su condena. No le importó. Supo que nunca antes, nadie como él, exceptuando al propio Edvard Munch, justipreció el cuadro como era debido: con el oído. Se consideró a si mismo un liberador, no un destructor. Había puesto un fin a más de un siglo de sufrimiento.

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